Editorial / El Universal (Colombia)
Después del Chino Mandarín, el Español es el segundo idioma más hablado del mundo, con 420 millones de personas que lo tienen como lengua nativa y alrededor de 530 millones en total. Es el idioma oficial de 22 países, entre ellos dos africanos –Guinea Ecuatorial y Sahara Oriental– y en otros dos –Belice y Andorra–, aunque no es el oficial, sí es el más hablado. En 18 países lo habla más del 10% de la población, y en ocho más, por encima del 50%. En Estados Unidos hay más de 50 millones de hispanohablantes, y el número crece aceleradamente.
Su dinámica y riqueza lo hacen transformarse con frenesí, y es una de las pocas lenguas en las que las palabras poseen más sinónimos, por lo cual un texto del Inglés, por ejemplo, tiene muy variadas versiones en Español, lo que hace de él un instrumento apropiado para literatura.
En la lengua española, las palabras tienen más vida. Nacen, cambian y mueren en un torrente vital, pero al mismo tiempo su base estructural ha permanecido a lo largo de los siglos con reciedumbre e intemporalidad para perpetuar una herencia mágica y embrujadora, en la que existen formas infinitas de combinarlas, para mantener la veta de la imaginación abierta.
Aun las palabras que han muerto por la falta de uso, siguen viviendo en su sonoridad y sus evocaciones, ratificando el universo que alguna vez encarnaron. Muchas palabras que pronunciaron nuestros antepasados en su vida diaria se perdieron, pero no han muerto: espejuelos, babuchas, botica, aguamanil, vero, empellón, témporas, talabartero, entre otras, sobreviven al desuso con valentía. La colección de palabras para las prendas íntimas femeninas, tenía un encanto poético: pollerita, combinación, corpiño, moruno. Otras se fueron del habla cotidiana porque denotaban objetos o costumbres que ya no existen, como telegrama, radiola, tocadiscos, acetato. Algunas más tuvieron corta vida, como videocasetera y disquete.
No hay pasatiempo más satisfactorio que asomarse al Diccionario de la Real Academia Española (RAE) y descubrir miles de palabras desconocidas para nuestro diario vivir, un ejercicio que nos demuestra la inagotable riqueza del idioma que nos legó Cervantes y que muchos novelistas y poetas nos refrendaron y expandieron desde entonces, entre ellos nuestro Premio Nobel Gabriel García Márquez, en cuyos libros encontramos ese universo de los términos más hermosos y sorprendentes de nuestra lengua.
Hoy es el Día del Idioma, en honor de Miguel de Cervantes Saavedra, autor de “El Quijote”, quien murió el 23 de abril de 1616. La mejor manera de celebrarlo es descubriendo y asombrándonos con la lectura de los escritores hispanohablantes, que en el curso de los siglos perpetuaron su esencia en la poesía y en la narrativa, también acudiendo al Diccionario de la RAE como una costumbre de todos los días para conocer más la base de nuestra comunicación y preservar aquellas palabras hermosas que caen en el desuso y corren el riesgo de desaparecer con una rapidez cada vez mayor.
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