«… las buenas traducciones hacen desaparecer al traductor; las malas lo hacen visible. Tal vez sea cierto el lugar común que repetimos sin examinarlo, y los buenos traductores sean invisibles en la obra. Pero en cambio creo, y con toda convicción, que deben ser muy visibles, lo más posible, en nuestra sociedad de lectores. O de ciudadanos, sí, porque eso es también lo que indirectamente crean las traducciones, su presencia en nuestras sociedades o nuestro contacto sostenido con ellas. Así que es verdad: los nombres de los traductores deberían estar en la cubierta de los libros. Y es verdad: habría que pagarles mejor. Y es verdad: la industria, esta industria editorial que depende de ellos, debería empezar desde ya a protegerlos de los embates sin control de eso que llamamos inteligencia artificial, que muy bien puede ser el más grande paso atrás que hemos dado los seres humanos. Y nosotros, los lectores de literatura, tendríamos que darles las gracias a esas figuras invisibles, diciéndoles de vez en cuando que los vemos, que los reconocemos, que los apreciamos.»
Juan Gabriel Vásquez
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