Por Mariví Coello
La elaboración del presupuesto de un trabajo de traducción va mucho más allá de un mero conteo de palabras o de tiempo seguido de una multiplicación. Si queremos darle a nuestra profesión y a nuestro trabajo el valor que merecen, necesitamos tener en cuenta, al menos, tres tipos de factores, relacionados con el traductor, con el encargo y con el mercado.
Existen factores diferenciadores en cada traductor que le dan valor a su trabajo por encima de las tendencias que dicta el mercado. Y la lista empieza en el momento en que elegimos la traducción como profesión y modus vivendi: nuestro dominio de los idiomas de trabajo; nuestros estudios; nuestra trayectoria profesional; nuestras habilidades expresivas, sean innatas o cultivadas; nuestro conocimiento sobre fuentes confiables para investigar a la hora de resolver problemas complejos relacionados con el área en la cual traducimos; nuestros intereses y gustos, que nos facilitan la comprensión y precisión expresiva en determinadas áreas, entre otros.
En este sentido, la traducción a la lengua nativa emerge como el principal factor diferenciador del traductor. Más allá de hablar de lo correcto o incorrecto, es importante recordar que competimos con más ventaja si ofrecemos nuestros servicios profesionales hacia nuestro idioma nativo, pues nuestra posibilidad de garantizar claridad y precisión en nuestro idioma materno es superior a la que tenemos en nuestras segundas lenguas, por muy alto que sea nuestro dominio de ellas.
En cuanto al conjunto de habilidades que el traductor cultiva en el ámbito académico y laboral, algunos de los ejemplos más claros podrían representarlos las habilidades que requieren los traductores médicos, los traductores jurídicos, los traductores especializados en localización de videojuegos, los traductores de textos científicos de áreas específicas como ciencias puras, cálculo e ingeniería, así como los traductores literarios. Y claro que la lista podría seguir, mientras existan en todo el mundo lectores que requieren acceso al conocimiento y a la enorme cantidad de contenidos producidos en tantos idiomas.
Las características del encargo que determinan el valor de un trabajo de traducción resultan de la relación entre el texto original, el cliente, el propósito de la traducción (el uso que tendrá el texto final) y el tiempo que implica el trabajo de traducción:
- El volumen de texto. Es el principal factor a considerar, aunque no el único. Se trata del número de palabras o de páginas a traducir o traducidas, es decir, el número de palabras o de páginas del original o del texto resultante. La mayoría de las traducciones se encargan contando con un presupuesto, que generalmente se calcula con base en el original. Por lo general, este es un asunto de toma de decisiones y de negociación. En algunas áreas, como legal, suele quedar claro desde el primer momento de la negociación que el costo final lo determinará el número de páginas resultantes. En otros casos, como cuando se trabaja con empresas pequeñas que encargan una traducción para poder operar –manuales o materiales formativos dirigidos a los empleados, por ejemplo– lo más recomendable es reducir las posibilidades de confusión o de malas interpretaciones y hacer los cálculos con base en el texto original. Pero siempre será cuestión de saber evaluar el panorama global y de saber negociar.
- La calidad del original. El original podría añadir retos a la traducción por motivos lingüísticos o por motivos técnicos. Una redacción de difícil comprensión requiere esfuerzos adicionales para dar con el mensaje y mantener la fidelidad con el original a la vez que se crea un texto comprensible en la lengua término. Una imagen mal escaneada, que deja un texto incompleto, tiene mala resolución o es demasiado pequeña, por ejemplo, implica más esfuerzo y tiempo de trabajo.
- El formato. En ocasiones el cliente envía un original en formato no editable, o ni siquiera digital, lo cual supone una considerable inversión de tiempo e incluso de dinero. Nos vemos en la necesidad de escanear el original, pasarlo por herramientas de reconocimiento de caracteres (OCR), que podrían implicar un gasto adicional, editar el texto resultante («limpiarlo» de errores) o bien convertir archivos. Otras veces, es necesario mantener o recrear un formato específico, lo cual también implica esfuerzos adicionales que requieren tiempo adicional.
- El nivel de especialidad del original. Más allá de diferenciar entre la traducción general y la especializada o técnica, es conveniente tener claro todos los factores diferenciadores del traductor que le dan valor a su trabajo en un caso específico. El traductor idóneo para un determinado trabajo tendrá más ventajas competitivas que coloquen el valor de su traducción en un rango más alto que el trabajo de un colega con menos especialización o experiencia. Igualmente, un original de una especialidad muy exigente, como ciencias puras, donde es menos probable hallar mucha competencia, también ha de implicar mayor esfuerzo y tiempo en consultas y verificaciones propias del área y, por ende, tendrá que ser mejor remunerado.
- El tiempo. Independientemente de si el traductor prefiere o requiere establecer sus honorarios profesionales por hora o por volumen de trabajo, el tiempo siempre debe formar parte de la ecuación. No solo se trata de las horas que toma hacer la traducción en sí, también hay que tener presentes algunos factores mencionados ya en este análisis, como formato y calidad del original, o solicitudes adicionales del cliente, los cuales pueden incidir en el tiempo global de ejecución de un trabajo específico.
Otro factor de gran incidencia en el presupuesto de un trabajo de traducción es la urgencia. En ocasiones, debido a la premura de algunos trabajos, el traductor se ve obligado a saltar sus comidas u horas de sueño, sacrificar tiempo de calidad junto a su familia, etc. Claramente, lo idóneo es lograr un equilibrio entre el trabajo y la vida personal, pero en caso de interrupciones puntuales, es justo que las urgencias formen parte de la ecuación. Es decir, a toda urgencia, aplicarle algún recargo. - Requerimientos adicionales a la traducción. Más frecuentes de lo que se esperaría, los requerimientos adicionales a la traducción son todo trabajo que no esté directamente relacionado con la reexpresión de un contenido en otro idioma. Algunos ejemplos:
Al solicitar la traducción de documentos con fines específicos (por ejemplo: planes de negocio para solicitar créditos; biografías u hojas de vida para concursar por premios o para hacer imagen pública; informes o descripciones de proyectos para solicitar aprobación, recursos o tiempo; o cartas de referencia) algunos clientes pueden pedirle al traductor que haga cambios de estilo, tono o incluso de contenido para obtener mejores resultados. Hay varias formas de afrontar este tipo de encargos. Una es cobrar el tiempo adicional que el traductor invirtió en estas modificaciones, fuera del presupuesto de la traducción propiamente. La otra es cobrar este trabajo como texto creado y no como texto traducido. Para la segunda opción, hace falta una pesquisa sobre los costos de la creación de textos para el área en cuestión. Una tercera es aplicar ya sea a todo el texto o la parte modificada el costo aplicado a la transcreación. Una vez más, los conocimientos del traductor en materia de áreas específicas es un arma valiosa.
En el área de la traducción legal, algunos clientes podrían necesitar copias adicionales del documento traducido, lo cual supone un gasto en tinta y papel que debe ser incluido en el cálculo del costo del trabajo. Asimismo, podría ser necesario el traslado del traductor a una notaría para legalizar la traducción, lo cual supondría traslado y tiempo. En este segundo caso, algunos traductores calculan el costo del trabajo de traducción aparte de las horas y el traslado. Otros no toman en cuenta el traslado sino solo las horas de espera en el lugar, a no ser que se trate de una ubicación muy remota o de difícil acceso o haya demasiada premura.
En el área de la traducción editorial, en ocasiones es necesaria una revisión de la traducción una vez que el texto resultante pasó por diseño gráfico, para asegurarse de que no falte ni se repita texto por error, de que las palabras hayan sido debidamente separadas al final de la línea, o de que los criterios de titulado se han cumplido. También podría hacer falta alguna edición, generalmente leve, si el texto supera la extensión que el diseño permite o, en casos excepcionales, producción de nuevo texto, si el texto resultante de la traducción no es suficiente para llenar el espacio (esto se discute previamente con el cliente, quien deberá aprobar la generación de contenido y su costo; puede no ser posible, necesario o simplemente aceptable ningún otro texto y tendrían que aplicarse estrategias de diseño para solucionar este problema; en cuanto al costo, se aplican honorarios propios de la creación de texto, o simplemente se establece algún monto que satisfaga al traductor).
En el ámbito corporativo, una solicitud de traducción puede venir acompañada de otras solicitudes, tales como: carga del texto resultante en sistemas o archivos específicos; generación de inventarios, registros o catálogos del material traducido; generación de informe sobre el proceso de traducción y registro de dificultades del original, así como las soluciones aplicadas; generación de resúmenes o textos descriptivos sobre el cometido, entre otros. - Compensaciones no monetarias. «El dinero no lo es todo». Si el traductor cree que un trabajo específico le aporta felicidad, lo ayuda a especializarse, le sirve de vitrina (por ejemplo: una página web, un libro), le enseña algo que le hace falta aprender o le ofrece cualquier ventaja más allá de la económica, puede incluir este factor en su ecuación para el cálculo de sus honorarios. Y no simplemente como un factor para hacer descuentos, sino para no aplicar algún recargo o simplemente para ceder en cualquier aspecto de la negociación y lograr que le asignen el encargo.
- El cliente. La personalidad de un cliente puede formar parte tanto de las compensaciones no monetarias como de la ecuación de cálculo. Si un cliente puede generar nuevos trabajos o buenas referencias, tiene buena actitud, respeta el trabajo y los presupuestos del traductor, negocia respetuosamente, paga puntualmente, es llevadero, o hasta agradable, o simplemente es del agrado del traductor, entonces puede que sea un buen candidato para recibir un presupuesto atractivo o no tener que pagar recargos.
Asimismo, la diferencia entre una agencia y un cliente directo incide en el presupuesto. En primer lugar, si se trata de un cliente directo, el traductor podría enfrentarse al riesgo de no recibir el pago (es aconsejable solicitar al menos 50 % del trabajo por adelantado y el resto al momento de entrega de la traducción, en especial para clientes directos nuevos), mientras que una agencia asume el pago en caso de que el cliente no responda. Igualmente, con un cliente directo, el traductor tiene mayor responsabilidad de la traducción, como producto final y como proceso. Además, es más probable que una agencia sea quien fije las tarifas y maneje una escala tarifaria para cuando se usan memorias de traducción, por ejemplo. Luego hay otras consideraciones específicas. Por ejemplo, si el cliente es una ONG o una empresa pequeña, posiblemente va a ofertar o solicitar tarifas más bajas.
Antes de entrar en materia de los factores inherentes al mercado, es importante aclarar que este texto no representa una propuesta de estandarización de los honorarios profesionales de un traductor. Solamente se busca ofrecer un marco referencial que ayude al traductor a entender el valor de su trabajo en función del comportamiento del mercado.
En ese sentido, comparamos las recomendaciones de algunos traductores destacados en el mercado en idioma español con las recomendaciones de la Asociación Argentina de Traductores e Intérpretes (AATI), las estadísticas de las tarifas de traducción de inglés a español de Translators Cafe y los precios de la traducción por palabra de algunas agencias que aparecen en una búsqueda en Google.
Comenzando por lo general, una búsqueda de «How much does a translation cost» en Google en el momento en que se redacta este texto arroja un rango de entre USD 0,08 y USD 0,15 por palabra, o de entre USD 10 y USD 30 por página. Una brecha bastante amplia, que muestra lo difícil que puede ser establecer un monto estándar para los honorarios profesionales asociados a la traducción.
Al mismo tiempo, esa banda de precios por palabra no dista demasiado de las recomendaciones que algunos traductores destacados en el mercado de la traducción al español han hecho recientemente. En el marco de seminarios web dirigidos a traductores, sostenidos en 2020 y 2021, Pablo Mugüerza, traductor médico de referencia, y Fernando Cuñado, de Traducción Jurídica, han hablado de alrededor de €0,10 por palabra, con una mayor incidencia hacia un rango más bajo, como resultado de la interacción de varios factores, relacionados con la personalidad del cliente (que suele representar un alto volumen de trabajo continuo) o con la afinidad del traductor con los temas tratados. Tengamos muy presente que estos son traductores altamente especializados y con muy amplia experiencia, publicaciones diversas que son referencia en el área y que podrían manejarse principalmente en un mercado de clientes directos.
La AATI, por su parte, establece como tarifa mínima USD 0,12 para la traducción científico-técnica para clientes directos (empresas o particulares) y poco más de la mitad para el mismo tipo de traducción para editoriales.
En las estadísticas de las tarifas de traducción de inglés a español de Translators Cafe se recogen los datos de los honorarios más recurrentes en esa página según el país, otro criterio a tener presente a la hora de calcular los honorarios. Para el momento en que se redacta este texto, el monto mínimo de los honorarios profesionales de traducción de inglés a español en Venezuela es de USD 0,08, superior al de Argentina, que se ubica en USD 0,06 por palabra, y al de España, que está en USD 0,07 por palabra. Es importante tener presente que estas estadísticas se basan en datos de los traductores registrados en Translators Cafe que han proporcionado información sobre sus honorarios, es decir, esta estadística es muy interna de esa página y no necesariamente se aplica en todos los ámbitos de la traducción en cada uno de los países que se ven esa tabla.
Con este panorama, para fines de este análisis, podríamos establecer lo que llamaremos una «tarifa deseable» de USD 0,10 (promedio) por palabra para la traducción altamente especializada.
Hecho esto, pasamos a analizar la posibilidad de establecer lo que para efectos de este análisis llamaremos «tarifa inaceptable», que será toda aquella que lleve dos o más ceros después de la coma, y una «tarifa mínima aceptable», que requiere un poco más de espacio, pero se puede resumir en algunas recomendaciones concretas para su establecimiento:
- Que coincidan con la «tarifa mínima aceptable» varias compensaciones no monetarias. Por ejemplo, el traductor tendrá crédito en la portada del libro, recibirá nuevas asignaciones con iguales o mejores compensaciones tanto monetarias como no monetarias o será recomendado a nuevos clientes.
- Que la compensación global por un trabajo específico sea equiparable en valor a algún bien o servicio. Por ejemplo, al hacer un trabajo, el traductor podrá comprar un par de zapatos, un teléfono, abrir una cuenta en USD, ahorrar o pagar un estudio médico.
- Que no coincidan en un mismo trabajo una tarifa del rango más bajo con uno o más de estos factores: un descuento, urgencia, traslado, tiempo en conversión de archivos o edición del texto emitido por las herramientas OCR, mala calidad del original, texto incomprensible, alto nivel de especialidad del contenido, uno o más requerimientos adicionales.
En relación con el establecimiento de honorarios profesionales por otros servicios como revisión de traducciones, es aconsejable tener en cuenta los mismos factores descritos en este artículo y calcular entre un 30 % y un 50 % sobre el valor de una traducción. Es aconsejable también revisar la calidad de la traducción antes de dar el presupuesto y asegurarse de que se puede revisar o si es necesario hacerla nuevamente.
Revisadas algunas bandas de precios de la traducción y discutidos algunos factores que conviene tener en cuenta al momento de elaborar un presupuesto, se puede decir que, desde el punto de vista de lo deseable, existe un traductor idóneo para cada encargo y un tipo de encargo idóneo para cada traductor. Y, aunque no es muy fácil que siempre se logre este feliz maridaje, sí debería ser una de las metas del traductor manejarse en un terreno de idoneidad. En este sentido, la formación continua, la especialización y un conocimiento cada vez más profundo del comportamiento del mercado son armas poderosas para que el traductor logre mover el marcador de sus honorarios más cerca de una «tarifa deseable».
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