Las dos mil y una lenguas de África

Foto de Magda Ehlers de Pexels

En el #DiadeÁfrica, fijémonos en los complejos procesos lingüísticos que tienen lugar en África para entender una característica particular de la naturaleza humana: la indivisible fusión entre la identidad, el amor por lo propio, por la lengua propia, y la sabiduría con la que contamos los seres humanos para entender que comunicarnos eficientemente es fundamental para nuestra supervivencia.

El intrincado panorama lingüístico africano se compone de tres fenómenos fundamentales: los esfuerzos de las sociedades por establecer lenguas oficiales, en pos de la estandarización, la organización y el entendimiento; el uso intencionado de diversos idiomas o sus variantes para la comunicación con fines específicos, como el comercio; y el surgimiento de nuevos idiomas que terminan siendo adoptados como oficiales o hasta reconocidos como maternos en diferentes regiones o países.

En este continente, el inglés, el árabe, el francés y el portugués se mezclan con el suajili, el hausa, el zulú y el afrikáans, y conviven con un aún indefinido – si no indefinible – número de lenguas originarias, que a su vez compiten y se entremezclan. En esta dinámica, se erigen pidgins y criollos, idiomas oficiales o nacionales y surge un fenómeno cuando menos fascinante: la adopción, o bien el surgimiento espontáneo, de las que Abel Gil llama “lenguas vehiculares”. Entre este tipo de lenguas, de naturaleza muy diversa, puede encontrarse alguna de las llamadas oficiales, cualquiera de las resultantes de alguna mezcla o bien la de algún grupo étnico mayoritario o detentor tradicional del poder. Ejemplos de ellas son el árabe, el wólof, el somalí y el amárico.

Desde 1996 se estima que en África se hablan unas 2000 lenguas, un número que varía sustancialmente por diversos factores.

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