Fernando Navarro en su rutina laboral

Patricia Torres*

¿Traduces sólo a tu lengua materna o también haces traducción inversa?

En 1993 abandoné el ejercicio de la medicina para dedicarme profesionalmente a la traducción biosanitaria, cuando me incorporé como traductor de plantilla al Servicio de Idiomas de los Laboratorios Roche, en Basilea (Suiza). Y allí me encontré con un Departamento de Traducción estructurado en cinco grupos: inglés, español, francés, alemán e italiano; de tal modo que cada traductor se ocupaba exclusivamente de las traducciones a su lengua materna. Desde el principio, pues, he hecho únicamente traducción directa —del el inglés, el alemán o el francés, pero siempre al español—, y en toda mi vida no he traducido ni una sola línea del español a otra lengua.

No lo he hecho nunca, ya digo; y además creo que tampoco sería capaz de hacerlo, porque, como nos sucede a muchos traductores, hablo y escribo muy mal cualquier idioma distinto al mío.

¿Te fijas un horario de trabajo?

Sí; de hecho, considero que es un aspecto fundamental para cualquier traductor que quiera ejercer de forma autónoma. En una empresa, el horario laboral te viene ya dado; pero cuando uno trabaja por cuenta propia, es muy importante fijarse un horario de trabajo claramente definido; todo lo flexible que se quiera, desde luego —sobre todo en el caso de quienes tenemos una vida familiar que conciliar con la laboral—, pero definido con claridad.

En mi caso, entre semana suelo dedicar todas las mañanas —aproximadamente seis horas diarias— a las tareas lexicográficas relacionadas con el proyecto del Diccionario de términos médicos de la Real Academia Nacional de Medicina de Madrid (más detalles en http://tremedica.iwhome.com/panacea/IndiceGeneral/n24_tribuna-d.sacristan.pdf), y las tardes —unas tres horas diarias— a las labores de traducción. El resto del tiempo, así como los fines de semanas completos, las prioridades vienen marcadas por las necesidades de la familia; pero siempre hay ratos libres, mucho más numerosos de lo que uno piensa en un principio —es increíble lo que pueden dar de sí quince minutos sueltos bien aprovechados, como increíble es también la cantidad de ratos perdidos que nos ofrece cada día (y cada noche)— para ir sacando adelante las mil y una pequeñas obligaciones que se van acumulando: conferencias, artículos, clases, elaboración de glosarios y actualización del Diccionario crítico de dudas, congresos, una bitácora semanal de lenguaje médico, etc. Y luego siempre están, claro, esos ratos noctívagos después de la medianoche, cuando uno se da cuenta de que ha olvidado terminar esa tarea urgente que ayer decidimos posponer para hoy sin falta, y que ya es imposible postergar más. Por ejemplo, ¡responder a esa entrevista de «Y tú, ¿cómo trabajas?» que tan amablemente me pidió Patricia Torres en Caracas para Conalti!

¿Cuáles son las obras de referencia que consultas con más frecuencia?

Desde que me siento por la mañana ante la pantalla de la computadora, hasta que me levanto por la noche para irme a la cama, apenas me separo de Internet. Porque allí encuentro los mejores asesores para el traductor: Google (www.google.com); OneLook (www.onelook.com); la página de la RAE (www.rae.es); Wikipedia (http://en.wikipedia.org); Tremédica (http://tremedica.org) y su página de buscadores; la lista de debate MedTrad (www.rediris.es/list/info/medtrad.es.html) con su impresionante archivo histórico que atesora más de 66.000 mensajes; la colección completa de Panace@ (http://tremedica.org/panacea.html); los diccionarios médicos de Stedman (www.stedmans.com) y Dorland (www.dorlands.com) y el diccionario etimológico-histórico de Francisco Cortés (www.dicciomed.es/php/diccio.php). ¡Mis obras de referencia están hoy casi todas en Internet!

De consulta internética obligada para el traductor son también las abundantes bibliotecas y hemerotecas electrónicas en línea. En el ámbito de la medicina y las ciencias biofarmacéuticas, por ejemplo, disponemos de textos punteros en las bibliotecas médicas gratuitas como www.medicinainformacion.com (ES) y www.freebooks4doctors.com (EN, FR, DE, ES). Y en cuanto a las hemerotecas médicas, tenemos mucho de donde elegir. Una de las más completas, mejor mantenidas y más actualizadas es quizás «Periodici elettronici biomedici» (www.aib.it/aib/commiss/cnur/peb/peb.htm), pero hay también otras sumamente útiles. Por ejemplo, MedBioWorld (www.medbioworld.com/MedBioWorld/ResourceQueryList.aspx?type=Publications&&category=Journals) ofrece listas de revistas médicas ordenadas por especialidades; Free Medical Journals (www.freemedicaljournals.com) registra únicamente revistas de acceso gratuito y la hemeroteca de Fisterra (www.fisterra.com/recursos_web/castellano/c_revistasp.asp) destaca por la incorporación de revistas médicas en español.

En papel consulto aún con cierta asiduidad libros como mi Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina, el Diccionari enciclopèdic de medicina de la Fundación Enciclopedia Catalana, el Diccionario de dudas de Manuel Seco, el diccionario combinatorio Claves, el diccionario politécnico bilingüe de Beigbeder, el atlas de anatomía de Feneis o el Manual de estilo de la lengua española de José Martínez de Sousa.
Claro que, en realidad, las consultas puntuales son solo una pequeña parte de las necesidades que el traductor tiene en materia de formación.

Para dominar al dedillo todos los recursos léxicos, sintácticos y de estilo que nos ofrece la estructura maravillosa de la lengua —ya sea la nuestra o cualquier otra—, haría falta toda una vida de dedicación exclusiva, y ni tan siquiera así. De hecho, son muchos los grandes escritores de todos los tiempos que, tras más de medio siglo aferrados a la pluma, admiten no dominar todavía las posibilidades estilísticas de su propia lengua, y se confiesan aún aprendices del oficio de escritor.

Como ayuda inicial en esta tarea de aprendizaje que habrá de prolongarse de por vida, recomiendo al lector interesado por la traducción biosanitaria tres libros recientes en español:

  • ALPÍZAR CASTILLO, Rodolfo: El lenguaje de la medicina: usos y abusos (2ª edición). Salamanca: Clavero, 2005.
  • GUTIÉRREZ RODILLA, Bertha: La ciencia empieza en la palabra. Análisis e historia del lenguaje científico. Barcelona: Península, 1998.
  • LÓPEZ PIÑERO, José Mª; TERRADA FERRANDIS, Mª Luz: Introducción a la terminología médica (2ª edición). Barcelona: Masson, 2005.

¿Utilizas algún software particular en tu trabajo como traductor?

Para mis tareas lexicográficas utilizo el programa surafricano TshwaneLex 2.0; para las tareas de traducción, el Translator’s Workbench de Trados.

Diccionarios electrónicos he mencionado ya unos cuantos al hablar de las obras de referencia en el apartado anterior. Pero creo que quedan todavía algunos más que consulto habitualmente en su versión electrónica, como el diccionario de Moliner, el DRAE, el Oxford bilingüe o el Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española.

¿Trabajas en una sola computadora?

En mi despacho dispongo de una computadora fija de sobremesa que hace medio año me parecía el no va más de la técnica informática, pero que —estoy convencido de ello— cuando esta entrevista se publique, será ya, con su procesador Intel Core 2 Quad Q6600 de 2,4 GHz y 2 GB de RAM, poco menos que una antigualla de museo.

Y luego tengo un pequeño portátil que uso en casa y cuando estoy de viaje. Utilizo una memoria USB de 4 GB para pasar a diario los archivos nuevos o modificados de una computadora a otra, de tal manera que existan permanentemente tres copias de cada archivo en lugares distintos. Es una forma muy cómoda de asegurarme de que no perderé ninguna información importante sin tener que estar haciendo copias periódicas de seguridad.

Tomado del Boletín Conalti No. 40 (2008)

* Traductora inglés-español
pattytowers@yahoo.com

2 comentarios

  1. Me interesaría seguir compartiendo información sobre farmacología o estudios clínicos. Asimismo, me gustaría información sobre otros enlaces de diccionarios y glosarios médicos, en especial los que ofrecen explicaciones y el contexto en el que sen utiliza el término. Siempre traduzco informes donde el médico sugiere tratamientos recientes y otros medicamentos que han permitido obtener resultados mucho más satisfactorios en pacientes con un historial clínico similar al de mi cliente.

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