
1. No eres asistente personal del cliente
Está bien que te pidan sugerencias, con base en tu experiencia, pero no que te hagan averiguar a ti lo que necesitan, y mucho menos obtenerlo.
2. Huye del drama
Cuando el contacto inicial y los siguientes parezcan sacados de una novela rosa con Fabio en la portada, sal corriendo de ahí. Se avecinan tempestades.
3. No dejes que decidan por ti
Si alguna de las condiciones del cliente te parece desfavorable o te causa escozor, dilo. Nadie te obliga a aceptar condiciones con las que estés en desacuerdo.
4. La forma como dices (escribes) las cosas importa
Sonríe al hablar —incluso si no le tienes cara a cara—; habla/escribe de forma asertiva; haz una pausa cuando debas repetir algo por enésima vez; jamás ALCES LA VOZ.
5. Aprobar un presupuesto es un compromiso, no un «te aviso»
Cuando alguien apruebe un presupuesto, exige un compromiso: una orden de compra válida, un adelanto o pago total por adelantado. Podrías dejar pasar otras ofertas por algo que quizás no se concrete.
6. No permitas que jueguen con tu pago
Exige que cumplan con lo acordado; defiende tus honorarios y términos de pago; no eres banco para financiar a tu cliente.
7. Aprovecha toda oportunidad para educar al cliente o prospecto
Ofrecerte volumen de trabajo no compensa tu esfuerzo, tu trabajo, tarifas paupérrimas o términos de pago desfavorables.
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Excelentes sugerencias.
Aunque las conozcamos, es muy pertinente leerlas como recordatorio.