
El acuerdo de no divulgación es un contrato jurídicamente vinculante que crea una relación de confidencialidad entre una persona que posee información delicada (cliente, en nuestro caso) y otra que tendrá acceso a esa información (profesional de la traducción y/o interpretación).
Propósito de un acuerdo de no divulgación
El propósito de un acuerdo de no divulgación es doble: confidencialidad y protección. La información protegida por un acuerdo de este tipo incluye modelos de negocio, resultados de pruebas, ideas e información, secretos comerciales e incluso comunicados internos de una empresa. Este tipo de acuerdo crea el marco legal para proteger esa información y evitar que se comparta con terceros, sin autorización.
La confidencialidad, pilar en la práctica de la interpretación y la traducción
La confidencialidad siempre ha sido piedra angular en los servicios de interpretación y traducción. Las personas que se dedican profesionalmente a la traducción y/o interpretación están expuestas a información personal y confidencial de sus clientes. Mantener la confidencialidad de la información es un compromiso y un deber tácitos para la mayoría de profesionales de la lengua —y debería ser para todo profesional—, haya suscrito o no un acuerdo o códigos deontológicos de las organizaciones profesionales a las que pertenezca.
El acuerdo de no divulgación da confianza y seguridad al cliente al compartir información confidencial; en él se establece qué tipo de información se considera confidencial o las consecuencias legales —como demandas, sanciones económicas e, incluso, penales— por la divulgación no autorizada de esa información o por el incumplimiento de sus cláusulas.
Protección para el profesional
Los acuerdos de no divulgación deberían amparar también al profesional de la traducción o interpretación. Pocas veces leemos detenidamente el acuerdo que un cliente nos pide firmar para ingresar a su plantilla —sea de forma permanente o independiente— y entender las implicaciones de lo que estamos firmando. Como resultado de ese desliz, podríamos aceptar un acuerdo que limite nuestra capacidad para aceptar proyectos futuros o trabajar con posibles «clientes potenciales» del cliente durante varios años —mientras les brindemos nuestros servicios, cuando expire el acuerdo o tiempo después de terminada su vigencia—; o nos exija conservar copias físicas de todo nuestro trabajo (de originales y de traducciones) y que las enviemos por correo postal al cliente en un momento dado.
Un cliente potencial de nuestro cliente es mucha gente. ¿Nos dará el cliente una lista exhaustiva de sus clientes potenciales? ¿Nos podremos permitir dejar de trabajar para todos los clientes potenciales de nuestro cliente durante dos a cinco años? ¿Quién asume los costos de impresión, guarda y envío por correo expreso de todo material que recibamos del cliente? Estas especificaciones rara vez se incluyen en el acuerdo.
¿Qué deberíamos tomar en cuenta al evaluar la razonabilidad de un acuerdo de no divulgación?
Debemos revisar y analizar su redacción (claridad), prestar especial atención al alcance de la confidencialidad, de nuestras obligaciones, limitaciones y derechos, a la duración (jamás debería ser indefinida) y a posibles limitaciones, para determinar si se trata de un acuerdo justo que no restrinja en exceso nuestra capacidad para aceptar proyectos futuros.
Consulta a un abogado para comprender a cabalidad las obligaciones que te piden asumir antes de firmar un acuerdo de no divulgación. Si tienes dudas sobre alguna de las cláusulas, pide al cliente que las aclare; jamás hagas suposiciones. Cuando haya algo con lo que estés en desacuerdo, hazlo saber; sugiere cambios.
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